sábado, febrero 03, 2007

EL VIAJE MÁS LARGO DE MI VIDA




Ayer, Luis se fue con Victoria y Sergei a hacer el papel que nos quedaba en Dniepropetrovsk, mientras yo me quedaba dando de desayunar y preparando a los enanos.

A las diez vinieron, y bajé yo a desayunar. Sobre las diez y veinte nos fuimos del hotel. Fuimos a recoger el papel que ya lo habían preparado, aunque sólo se bajaron Victoria y Luis; de ahí fuimos a buscar un sitio desde donde mandar el documento por fax a Kiev, el día antes, también Victoria había mandado todos los documentos por tren nocturno, para que fueran adelantando el papeleo en Kiev. Luis también bajó porque fue a cambiar dinero. Después fuimos a una farmacia a comprar un mordedor para David, una pomada para calmarle las encías, y algunos potitos más.

A eso de las doce del mediodía emprendimos el viaje para Kiev. Nos esperaban casi 500 kilómetros.

Ha sido el viaje más pesado que he hecho en toda mi vida. Sí más que aquella vuelta en autobús desde Londres, junto a Roxie y Javier Hernando (taponcete), que fue un tormento también. Esto ha sido muchísimo peor.

El camino estaba todo, todo nevado. Por suerte, hacía un día radiante, pero soplaba bastante viento. Mi ventanilla, al cabo de unas horas se quedó congelada, y no había forma de ver nada. El paisaje era bonito, parecía una película de la estepa siberiana, con el viento soplando y llevando la nieve a remolinos.

Sergei, hizo un viaje parecido al de la noche anterior. En ningún momento pasó de los 80 km/h. Nos adelantaban los autobuses, camionetas, creo que hasta alguna bicicleta (es broma, pero podía haber sido, de verdad).

Los niños se portaron ejemplarmente, de verdad. David se durmió al poco de salir, pero sólo una horita, el resto del viaje más despierto que una lechuga. Oksana durmió algo más de dos horas, y el resto también despierta. Fueron comiendo cositas durante el viaje. Sólo se pusieron tontorrones en un par de ocasiones y no demasiado tiempo. Luis y yo nos los íbamos turnando, y, realmente, mis dos tesoros son dos auténticos campeones.

Tardamos diez horas en llegar a Kiev. A las ocho y media de la tarde llegábamos al apartamento. Yo, en esas diez horas, sólo me bajé una vez al cuarto de baño en una gasolinera. Oksana dos veces, Luis alguna más y David ninguna.

Cuando entrábamos en Kiev, Oksana vio el Hotel Riviera, un hotel muy chulo y muy elegante, y dijo “yo quiero ir allí, a ese castillito, ¿es ese nuestro apartamento?”. Pobre infeliz, no sabía lo que nos esperaba.

Victoria ya nos había dicho que el apartamento que nos había dicho, que era nuevo, cerca de la Plaza de la Independencia, etc., etc. no podía ser, pero que íbamos a otro que estaba, también, por esa zona, tenía dos habitaciones y estaba bien. Cuando subimos, a Victoria se le cambió la cara, y la mía, de lo cansada que estaba, creo que ni se cambió. El apartamento estaba sin limpiar. La dueña, dijo que no pasaba nada, que, inmediatamente, venía la señora de la limpieza y lo hacía.

Victoria se fue y ahí nos quedamos los cuatro, sin poder hacer nada, hasta que terminó la señora. Pero eso era imposible de adecentar.

La mampara del baño, yo creo que no la habían limpiado en su vida, debajo del sofá había más mierda que en el palo de un gallinero. Varias arañas salieron a darnos la bienvenida. Cuando fui a dar de cenar a los niños, la vajilla, por llamarlo de alguna forma, era una “cochambre”, a parte, de no haber suficientes platos ni vasos para los cuatro. La cubertería ídem de ídem. Luis bajó a comprar agua, “danoninos” y leche porque ya eran las nueve y media de la noche. Al ir a acostar a los niños nos dimos cuenta de que el sofá cama, cuando te tumbabas, se “desvencijaba” por completo. Cuando dormimos a los niños, decidimos que ahí no podíamos pasar más tiempo, así que le llamó Luis a Victoria y le dijo que nos cambiara de apartamento.

Así que esta mañana nos hemos cambiado a éste, en el que estamos ahora. Está muy bien, sobre todo, está limpio. No está tan céntrico, está cerca del Bulevar Schevchencko, a la altura del parque grande.

Lo que tenemos que comprar es otra silla, porque Oksana, si ve que David va en la suya, ella también quiere ir, y si no tenemos que llevarla en brazos, con el consiguiente peligro de caernos con la cantidad de hielo que hay en la calle. Además tenemos que andar distancias bastante grandes. Hemos estado buscando sillitas baratas, como la que compramos con Oksana, pero no hemos encontrado. Ahora, que vamos a salir a hacer unas comprar miraremos en un par de tiendas más.

Por lo demás, Pep, David ya sabe lo pesada que es su madre. Me paso el día diciendo NO, NO y NO. Abre todos los cajones (ya se ha pillado los dedos dos veces, y aún así dale que te pego), todas las puertas, sube a todos los sitios… Todo lo contrario a su hermana. De todas formas, es también un niño bueno. Él explora todo, pero es increíble el poder de adaptación de los niños. Parece que lleva toda la vida con nosotros.

Cuando se despierta, se queda tranquilo, tranquilo en la cama, y sé que se ha despertado porque empieza a gorjear con su perrito Krivy.

Bueno, con un poco de suerte, el miércoles nos vamos para España. Ya no queda nada.

Intentaré ir a internet esta tarde-noche y poner todo, pero no os aseguro nada. Un beso para todos.

Susana, Oksana, David y Luis

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